Medellín, 21 de enero
Y
DECIDÍ QUEDARME...
"La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que su naturaleza es capaz"
Anónimo
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhlt9Tyxdho1RxW7bcNFzz3I-H4qPCJMHfftehnRvgeJD9-tgoAb_Pm3NxUv8sfuhyphenhyphenWlzkqX7nsguwozKngZ07U-Nuwlc58cSRDG9aEBeU9Y0B-LEXI64B2dC1pw_Tcvi3T7wYYZWB-Q/s1600/41+(2).jpg)
Esta pequeña lección no la
olvidaré, considero que es importante dejar hablar, dialogar o charlar a los
estudiantes y máxime cuando la mitad de la semana trae consigo pereza y
aburrición, es evidente entonces que el maestro logró su objetivo primordial
iniciar la clase de manera pertinente.
Después de llamar a lista, y
antes del leñador y la bruja, el maestro se propone presentarme ante los
estudiantes nuevamente a lo que los jóvenes responden de manera inmediata
“profesora, puede usted ayudarme con el cuento de el leñador y la bruja en el
nudo, no lo entiendo muy bien, no se desde donde tomar las ideas”. Sí claro,
como no, respondí rápidamente.
Creo que los nervios tenían
parte de mi cuerpo aprisionado, una parte quería gritar ¡yyyuuuppii! Mi primera
orientación a un estudiante. Mientras la
otra decía; “Vanessa, cálmate, explícale bien, no te sonrías mucho con ellos,
se pueden traspasar los límites, por qué preguntan algo que se les explico hace
ya rato uummm, qué le digo, cómo se lo digo para que entienda” en fin.
Cosas extremadamente raras pasaron rápidamente por mi mente, pero al final, considero haber
logrado el objetivo del día, solo con esa pequeña intervención, conquistar la esquiva adrenalina, la insoportable desesperación por
hacer las cosas bien y satisfacer las dudas de aquel divertido estudiante, es
en suma: un logro grandísimo que aún con el correr de los tiempos, nunca olvidaré.
Aquel día, le aclare las ideas
al joven, el cual la terminó de manera
ágil, sin embargo, me quedó el sinsabor de: por qué no pregunté: ¿quién más
necesita alguna orientación?, no sé por
qué no lo hice pero creo que al final me ganó el susto, perverso susto que no me deja actuar.
Más aún, otros estudiantes también
decidieron tomarse un ¡permiso!, que se les escuchaba raro para conmigo,
se me acercaban con dudas y muchas de
ellas inventadas, se notaba que era sólo por escuchar mi voz jocosa diciendo,
¡jóvenes uno a uno por favor uno a uno!, o para que el profesor les solucionara
alguna otra pregunta como: ¿profe puedo ir al baño?, y mientras el maestro me
miraba y me susurraba: son algo escandalosos, pero trabajan y a la larga son
juiciosos. Me imaginaba vagamente ¿qué significa realmente ser escandaloso y
juicioso en un aula de clases?
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Sin embargo, el profesor me
propone que es necesario llevarla a cabo con actividades bien coordinadas, a lo
que le respondí, -Sí, estoy de acuerdo, debe ser algo bien divertido que
permita el intercambio de saberes y promueva el aprendizaje de valores como la
equidad, el respeto, la inclusión y creo que no mencionaré más, tú querido
lector sabrás cuales hacen parte de esta enorme lista.
Esa tarde transcurrió
tranquilamente, entre la hermosa mezcla
de los sonidos de los jóvenes: ¡profe revíseme a mí, a mí, no a mí! Y el quebrantador
quejido del perro negro que ronda el
colegio. Pero los ojos penetrantes de los estudiantes estaban allí, andaban escudriñando
y preguntando ¿Qué más vamos a hacer profe? Y de repente, se cuela el intrépido
sonido del timbre y no obstante: me
enamoré y decidí quedarme.
Vanessa Chavez
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